El Sabio de los Andes
A lo largo de los años fui descubriendo algunos elementos de su personalidad con anécdotas atravez de amigos o conocidos, poco a poco lo fui conociendo y comprendiendo.
Su presencia inicialmente me era indiferente, no entendia porque le daban tanta importancia Marisú y mis otros nuevos amigos, Cuando me hablaban de él parecia que estaba escuchando historias sobre alguien que no estaba más entre nosotros, por eso cuando lo conoci me parecia sólo una persona más; su imagen no coincidia con la idea que tenia sobre él.
Cuando lo escuche en persona en 2004 no lo comprendi, asi como no comprendia los libros que habia escrito y Marisú se empeñaba en estudiar con nosotros, no los comprendia pero podia sentir una verdad interna que me hacia quedarme aún sin saber muy bien lo que estaba buscando.
Me intrigaban sus palabras , parecian escritas para mi y al mismo tiempo para todos.
No era un hombre bonito, nunca lo fue por lo menos no para mi. Pero con su presencia inundaba todos los espacios: su porte, su firmeza, su risada aún cuando se trataran temas dificiles él no perdia el buen buen humor, la curiosidad.
Sólo los que se quedaban más tiempo con él conocian sus dias malos, su mal humor, sus contradicciones; pero ellos podian hacer algo que para mi inicialmente era imposible de pensar, podian separar Mario Rodrigues Cobos de Silo.
Yo sólo me quedaba con Silo.
Me quedaba con la imagen de lo que trascendia de Mario, me quede con la traducción de su contacto con lo profundo porque reconozco esa experiencia en mi vida en algunos momentos, esos momentos dónde me conecto con lo mejor de mi y lo mejor de los demás.
Ahora que lo recuerdo, siento agradecimiento y un cálido afecto porque aunque él nunca supo mi nombre, no supo de mi existencia su copresencia en mi vida cambio mi sentido y mi dirección.
Evocar su imagen me recuerda la posibilidad de conectarme con otros cuando profundizo en ese lugar interno y común a todos.
Ensayo escrito por Jobana Moya (siloista, boliviana)
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